No he de hurgar en los tormentos
de un pasado sin ventura,
reflotando la amargura
de los recuerdos dormidos,
permitiéndole al olvido
que se encierre en su armadura.
Si sopla viento del norte
no haré caso a su silbido,
por no resultar herido
mi pensamiento sereno,
en estado ahora pleno
y para nada afligido.
Y si densos nubarrones
llegan hasta mi escenario,
no tomaré ese calvario
ni permitiré me acosen,
para que no se destrocen
las piezas de mi santuario.
No guardo resentimiento
de ingratitudes sufridas,
voy por sendas coloridas
rebosantes de alegría;
que a turbio de aquellos días,
trazan hoy sendas floridas.
Jorge Horacio Richino
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