Un cielo regado de estrellas
fue un déjà vu
que me llevó directo
al mar de sus ojos,
ese par de soles refulgentes
torneados
por frondosas orondas pestañas
que al parpadear,
producían
aquella fresca brisa de abril,
cuando al llegar la tarde
me perdía en su mirada.
Y de sus ojos
viajé a sus labios
y me embriagué otra vez
con el jerez de sus besos,
hontanar de pasión y llama,
manantial,
de lo que es deseo,
copa amarga
de tintos resabios,
hiel amarga
cuando es recuerdo.
Su cuerpo desnudo
se hizo presente a la luz de la luna,
como un fantasma
que ronda en la noche ,
por los rincones
acechando olvidos
en la piel que fenece
y sucumbe a la ausencia,
carente de abrazos
aterida de frío.
Fue aquel cielo aciago
que dijo su nombre
cuando ya pensaba
que era solo olvido;
fue el cometa aquél
que pintó recuerdos
de un amor lejano
y que ya se ha ido.
-. PaR
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26012022