Leí un poema.
Las olas, en la orilla,
fueron oyentes.
Y me escucharon.
lo digo con orgullo,
te lo confieso.
Bonita forma
de amar la poesía
y de cuidarla.
Hoy, te prometo,
que estabas en mi voz
y en mis palabras.
Fuiste la musa,
la cara de mis versos
y de mis rimas.
Porque tus sueños
estaban en mis sueños
y en mis latidos.
Hoy lo recuerdo
y vuelvo hasta la playa
a dar las gracias.
Porque las olas,
silentes y calladas
están cantando.
Es la resaca,
me dicen tus suspiros,
desde mi alma.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/12/21