Luchaba y luchaba, limpiaba una luna de sangre con tanto esfuerzo,
con tanto fervor y dedicación, una y otra y otra vez limpia sin temor,
llena de dolor, la luna se volvía plata y se manchaba nuevamente,
comenzaba desde cero, una y otra vez fielmente,
cada vez que lo hacía me llenaba de satisfacción enormemente,
había cumplido a pulso, y me justificaba firmemente,
años de esfuerzo, una y otra y otra vez,
todo el tiempo y cada vez, una y otra vez,
todo el tiempo y otra vez, una y otra vez,
aunque me cayera me volvía a levantar sin cesar, una y otra vez,
no había nada que lamentar una y otra vez,
como si nunca fuera a terminar, una y otra vez, una y otra vez.
Un frio terrible, una voz tormentosa, ver a mi lado personas que andan en zozobra,
ver a los zombis de mi mente, cruelmente y tristemente, esas son sombras,
camino en penumbras de un lado a otro sin recorrer más de un diámetro preciso,
situaciones a mis alrededores que poco entender, no es decidido,
emociones ajenas, forma de actuar como ausente de mi alma,
un agujero en el pecho me identifica como vacía y en calma,
gritos que nadie oye o que nadie entiende,
ni el dolor ajeno, de quienes están a mi alrededor se entiende.
El dolor físico se hace notorio y el resto es historia.