En el silencio que roe
una a una mis entrañas,
gran nostalgia que me mata,
como veneno, en las noches;
lluvia ácida de rencores,
por mis mejillas resbalan
yerbas ásperas que amargan
mi boca con sinsabores,
paralítico reloj
adormecido se queja
con una mente que dejó
hace mucho la conciencia:
¿dónde estará nuestro amor,
con quién compartes tu mesa?