Al abrir Plenilunio por el índice del libro, pensé, que para leer y disfrutar de tan copioso y variado poemario, necesitaría mucho tiempo. Pero no ha sido así; inicié su lectura y devoré su contenido en un par de sesiones, atrapado por su lenguaje veraz y trasparente. Plenilunio suena como bella canción: “No te canses jamás de caminar, no te detengas, que no hay trofeos en la meta; solo la paz, el descanso y el amor”. Como monólogo sincero: “Qué se hizo, Señor, de mi alegría, de aquella fuerza que rompía las olas con mi proa”. Como relato apasionado del duro existir: “Sal a la calle y pelea; el poeta es el trueno que desgarra el silencio”. Como diario secreto pleno de energía y vida: “Voy a dejar de consultar el reloj, voy a quemar el reloj y el calendario, cometa a la derivagotean pesadillas y silencios. No te dejes llevar por la tristeza, que es hermosa la vida. Sal a la calle y busca a tus amigos”. Como proyecto y conclusión de madurez: “Quisiera ser un topo, protegerme del odio y la ira. No podrán arrebatarme la alegría, peregrino en pos de la utopía. Sal a la calle y abrázate al hermano”. Plenilunio es un canto al amor: “Yo soy el viento, tú eres el cielo; yo el sentimiento, tú el corazón”.
CASTOR OLCOZ IRACHETA