Parecías tan fuerte,
tan hueso.
Tan interminable,
todo infinito.
Eras del color
que nunca empalidece.
Y qué decir de tu tacto,
ruido de órganos
codeándose
adentro mío
cada vez que la yema
de tu dedo
osaba tocarme.
Oh el amor,
aquel amor tan imperio.
Me pregunto
que fué de sus venas,
dónde la boca,
en qué sitio los pies,
a qué hora se volvió
tan delgado,
tan alas de ningún pájaro.