y mientras vivimos, como ahora, según parece, estaremos
más cerca del saber en la medida en que no tratemos ni
nos asociemos con el cuerpo, a no ser en la estricta necesidad,
y no nos contaminemos de la naturaleza suya, sino
que nos purifiquemos de él, hasta que la divinidad misma
nos libere.
Fedón, 67a
Quisiera enredarme en tus brazos,
que las frescas manos
pinten paisajes de verdes flores
en la turbia maraña de mi frente
y que los ojos embriagados de sol
prenda fuego en mi apagada ceniza
porque el viento sopla,
dejando frío donde había llama
en la densa soledad del bullicio
que raiga el alma y domestica el espíritu
en las risas alegras de triste silencio
mi miranda danza dentro
soñando a no estar vivo
sintiendo en cada paso
la mancha endeble del pueblo
y su costumbre
la puerta abierta y la jaula en rejas
viendo la sombra remplazar al gentío
el color palidecer en la caverna desierta,
y cuando se entera que hay lluvia fuera
una mano arrastra mi pie,
es mi sombra presa que reza:
Aún no concluye la pena