Alfredo Saez

-La Calandria y el Captor-

 

Cándida cantaba

la calandria pradial

 arpadas melodías

enamorando sus trinos

y ella misma se extasiaba

 desde el púlpito solista

 del alambre de arriba ,

 camuflada  jaula campera.

El diestro pajarero preparó

el pegotín de la trampa

muy pegajosa la savia,

tajo viscoso del árbol curupí…

…y la ingenua avecilla

dominada por su arte

allí  su patita pisó.

¡Voló el plumerío atrapado!

y la tenorina  nunca más cantó

en su antigua azul libertad.

 

Mujer, canta… canta…

tu hermosura y tu beldad

 pleno  derecho natural

pero no lo olvides jamás:

el mundo es un gran pegotín

donde tienes sí libertad

aunque en los bretes

de la perversa ciudad

pululan a su arbitrio 

malevos cazadores

con cerebros reptilianos,

 neocórtex atrofiados. 

No te enojes así

ante voces de advertencias

de tus pizpiretas costumbres

que aún falta tiempo

para que cierren  y clausuren

fábricas de “Curupí ” y sus  grilletes,

transeúntes  de calles y avenidas,

currículas insuficientes  en familias

liceos, escuelas y asambleas 

e invisibilidades de tantos micrófonos ,

cámaras y “plateau” televisivos .

Allí locutores  equívocos propalan

castigos al mensajero

sin antes interpretar

la dolosa prevención del mensaje.

Mujer, no eres instintiva calandria,

acaso cerebral criatura mayor:

Cuídate… del curupí !