Las huellas del otoño se esparcen lentamente,
las hojas con la brisa se juntan al azar,
dibujan en su vuelo figuras que en mi mente
evocan viejos tiempos y me hacen suspirar.
Las huellas del camino se esconden tras las hojas,
así mi mente esconde tristeza y cavilar.
Las ramas con la brisa compasan mis congojas
silbando melodías que suelen arrullar.
Las bancas solitarias, vacías y en olvido,
suplican a la gente cuando las ven pasar,
pero el frío inclemente, cual un cierzo abatido,
apuran en su paso su lerdo caminar.
En un banco del parque reposa mi tristeza,
se marchará el otoño dejándome un pesar,
pronto vendrá el invierno blanqueando mi cabeza,
contando los minutos también ha de cesar.
Así se va la vida danzando en estaciones
y el corazón cansado se esfuerza en palpitar,
el cuerpo ya no aguanta las penas y pasiones
y el alma compungida quiere echarse a volar.
Miguel Ángel Silva
13/01/2021