Nunca como ahora la noche fue más oscura,
y, aún así, amanecemos con la mirada limpia.
Nunca como ahora resplandecerá este mar
de infinitos, cristal bajo la luz longeva
de templados espejos. Pero nada hay detrás
de los espejos, sino la permeable memoria
de otros rostros, con su patina oscura
de descuidado silencio y las transidas
lágrimas de unos ojos ausentes.
Atrás quedó el umbral donde la niebla
mudó su piel gastada, donde las ruinas
elevaron su canto sobre la arboladura
de los vientos. De la misma urdimbre, vientos
cardinales abren el camino hacia la nueva aurora.
Con el pesado párpado vendre a llorar
sobre tu vientre estéril y a decirte
que se ha acabado el luto. De la milenaria
piedra nacimos, y no es la muerte tan cruel
destino. No hemos de volver sobre nuestros
pasos, sus huellas se perdieron de modo inapelable.
Volverán las águilas a coronar las cimas
ahuyentando así pasados temores. Volverán
los mástiles a mirar al cielo y los relámpagos
rasgarán de nuevo la piel de los tambores.
Bajo los escombros despertarán las flores
del invierno para seguir creciendo entre el fértil
llanto de las sabinas.
Nunca como ahora nos pondremos de pie
para alejar las sombras que por todo horizonte
nos rodean.
Nunca como ahora ha de retumbar la tempestad
en el pecho de aquellos que se adentraron
en el reino de la noche. Esta es nuestra tierra,
feudo de antiguas maravillas, paisaje de gigantes
que no servirán ni a dioses ni a reyes.
Solo somos hombres, que llegado su tiempo,
seguirán a las estrellas.
Nunca como ahora caerán las máscaras,
se levantarán los vientos y renacerá Ilión.
\"Pájaros de niebla\" (2022)