Dedicado a Aida que creyó no estar cantando al amor:
Tú sí que escribes al amor,
pero a ese amor más grande
que ve que el mal se expande
y llena al mundo de dolor,
pues nos quieres, con tal fervor,
que logras que se ablande
nuestro interés, y demande
más igualdad alrededor.
No será en balde tu canto,
pues nos has estremecido
y agitado nuestro espanto
ante tanto pervertido
que provoca nuestro llanto,
más tú nos has conmovido.