Hay días que la convergencia
del sol y la luna
es una mortal estocada
que embelesa los sentidos.
Las curiosidades de mi nombre
no hay quien las despeje,
está desdibujado el signo de pregunta
de tus últimas palabras.
Los guiones que seguías
como rastro se suspenden,
ahora te tienen boca abajo
con un colmillo en la sien.
Los salvajes gusanos
que disfrutarán el manjar del requiem
ahora anidan en la tierra
socavando encrucijadas.
El negligente corazón es testaferro
del dandi fullero
que vendió la noche
por migas de alquitrán.
Subraya el tachón
donde cabía la lágrima
y respira el éter
que exhalan tus palabras.