Hay flores como dagas
suspendidas de los cielos,
proyectando su luz sobre
las eras desoladas.
Hay besos como frondas
donde se ejercitan los labios,
y aprenden a decir basta, las voces
de otro tiempo.
Hay vetas y minas, y alegres subterráneos
donde clava sus picos oscuros el alba;
un sin fin de proyectos, inmóviles,
y una navaja aterciopelada.
Hay un momento, cruzando la luz
del día, posándose sobre las algas,
reflejando su anatomía.
Rodando con los matorrales,
nombres sin mencionar,
y un círculo de agua podrida, y
un barco ¡sin navegar!.
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