Estoy aquí tras las rejas cautivo
por orden de un corazón agostado,
bebiendo de aquel manuscrito ajado
y en cada sorbo de letra pervivo.
Dulce brebaje de porte adictivo
apuro a tragos el tierno recuerdo
de un amor sin rostro que encuentro y pierdo
y en el tiempo se muestra comprensivo.
Nada supe del roce de su mano,
ni el te quiero de ojos enamorados,
solo en sueños pude besarla ufano
y abrazar pliegos en la red colgados
con música de violines y piano
que en arca de oro conservo guardados.