Gelzaros

CON ALEJO CARPENTIER

 

En el lado que se ve a la derecha

del reloj, crecen las horas funestas:

las de los sopores de nuestras siestas

y las de ese final, que nos acecha,

 

en las que el pensamiento se desecha

y solo son maderas superpuestas

(sin clavos, ya guardados en sus cestas),

los muebles de nuestra vida maltrecha;

 

y el barro vuelve a licuarse en el barro;

y nuestra voz es ya un suave glissando

de los vientos que soplan a un guijarro

 

del bello jarrón que fuimos creando:

«El que se cuarteó, con gran desgarro,

junto al suspiro, que nos fue dejando».