Tal vez sea tu piel,
quien procura vida a mis manos
que se funden como lava
en las caricias que nos damos.
Porque es tu cuerpo
la clara luz de mis pasos,
el que marca mi rumbo
cuando fuerte te abrazo.
Tu silencio en la noche
lo exalta mi amor,
¡estruendo inmenso y callado!
que se dibuja en el albor.
Tu sueño es mi gloria,
tu despertar mi bendición,
la noche y el día carótida
que alimenta a mi corazón.
Mi susurro en la madrugada
no es más que necesidad,
decírtelo entre desvelos
antes que llegue el despertar.
Un te quiero que se escapa
impregnado de mi sal,
un grito muy bajito
que busca sereno tu mar...