En la quietud del bosque
allí donde los rayos del sol
apenas llegan, colándose
entre las ramas de los árboles
habita él, el ermitaño…
tan solo lo acompañan
en el silencio de las noches
los gnomos y los duendes…
En el pueblo hablan,
inventan historias,
hacen conjeturas
y se preguntan
qué es lo que esconde
qué lo llevó hasta allí
qué viejas amarguras
trajo en su equipaje,
qué dolores o heridas
lo alejaron del mundo
para hacer esa vida…
Él transcurre sus días
en la antigua cabaña
en total soledad,
se lo ve cortar leña
buscar agua en el lago
o tan solo pescar.
Si prestas atención
lo puedes escuchar
hablar con las aves
y hasta a veces cantar
con voz ronca y grave
la misma triste canción
que habla de amor
de abandono y traición.
Algunos dicen que está loco,
yo presiento que no…
Jamás duerme...
los gnomos y los duendes,
que se asoman para espiarlo,
me han contado
que escribe cartas,
eternas y tristes cartas,
hasta que amanece,
hasta que el sol aparece
y espanta con su luz
sus miedos y fantasmas…
Intuyo que padece
algún tipo de embrujo,
algún hechizo
o tan sólo adolece
por una historia triste,
por una vieja herida
de un amor que se fue…
no lo sé…
pero a veces quisiera
inventar una fórmula
que aleje el maleficio…
Por si existe la magia
y de alguna manera
le llegan mis palabras
quisiera decirle
que se aleje de allí,
que haga su equipaje,
que cierre su cabaña
y emprenda un largo viaje,
que busque nuevos aires,
que el dolor puede curarse
abriendo el corazón,
que en algún rincón,
en algún lugar del mundo
alguien lo espera…
Si vas por ese bosque
y ves al ermitaño
hablando con las aves,
cantando con voz grave
o escribiendo cartas
hasta que sale el sol,
llévale mi mensaje...
dile que alguien sabe
de su pena y dolor
y que seguro el amor
va a llegar a su vida
cuando él lo decida...
Que haga su equipaje
y deje de una vez
los miedos y las dudas,
también a su amargura,
y emprenda el largo viaje...
que aún hay esperanza
de alejar al dolor
y encontrar esa fórmula
que cure sus heridas
lo regrese a la vida...
y retorne el amor.