Cárcel mental en el apogeo de la luz,
la tempestad barre el hielo: corteza lúgubre
de las alturas que susurran nuevas nubes de salud;
desde dentro te saludan sus augurios
que más unen.
Casi un tercio del submundo hoy se hunde:
esa música me lo dice inmerso en túneles
que me aburren hasta el límite proscrito.
Desagobia este sopor de vida aquí a las vueltas
entre esta bruma hecha de suspiros en un cúmulo obsesivo,
mantenme trémulo en los brazos del enigma,
que sea así la onda un círculo,
el bucle un susto
donde escucho yo tan solo
al monstruo de mis miedos
como tranquilamente se evapora,
emerge en la forma de un árbol cerca
cuya sombra acecha el buitre
que se anula a sí mismo por un busto
del gran duque.
Es la mímica del artificio
una arritmia bien medida,
un vínculo secreto con la mística
actitud de no saber que está sucediendo,
que es tal el caso
y por eso saco a relucir esta rúbrica de un siglo
que se ha ido detrás del único elegido
para ver a través del velo nebuloso
un sol que nunca emigra,
canción de protesta contra un poder que nos oprime con suplicios,
más penuria y buenos días al inicuo.
Cinismo de esa burla
que tanto abunda,
se le suma el lucro
hasta un tope que desborda;
malas pulgas del que aún sube al núcleo
y el sistema dinamita con sus críticas mordaces...
Amor, no te separes en la noche
de los pocos que seamos.