Una mirada, lo confiesa todo,
los ojos, representan ese punto
donde cuerpo y el alma se entrelazan.
Es desnudar el espíritu
en un cristalino encuentro.
Una mirada, confiesa en silencio,
los secretos guardados en el corazón,
San Gerónimo, lo decía en oración,
el rostro, es el espejo del alma ...
y los ojos, sus delatores, decía Cicerón.
Delatores de la felicidad,
cuando no dejan de brillar,
delatores de la tristeza,
cuando parecen apagar.
Los ojos, se enturbian,
y reflejan el enojo,
pero, el amor los llena de resplandor,
y como el agua,
dejan ver el tesoro escondido
en la profundidad del alma.