Felicio Flores

La muerte de la hormiga

Tan pequeña y de patas tan flacas 

y cuánto peso carga. Qué nerviosa, 

nunca para: trabaja, trabaja; trabaja

noche y día, la hormiga no descansa.

 

Cerca del hormiguero murió una, 

creo que no habrá funeral.

Las otras hormigas pasan y la miran 

pero la ignoran como si dijeran: 

¡Sigan, sigan; hay que trabajar!

 

Y así se les va la vida yendo de aquí 

para allá, marchando en fila india

porque la noria del trabajo no puede parar.

 

Carga, arrastra; lleva, trae; lleva, trae…

No les queda nada a las pobres hormigas, 

nada; solo lo fatal. 

 

Soy como ellas al final; 

pero yo no trabajo domingos y feriados.

 

Felicio Flores