A quien grita por la calle
lo que en sí pretende ser
nunca nadie ha de creer,
si analiza con detalle.
Y si grita que es consciente
del dolor y sufrimiento,
piense: ¿Será fingimiento,
para engañar a la gente?
Si le ofrece fantasías
las que nunca va a cumplir
¿Y por qué lo va a seguir
si le ofrece hipocresías?
Y si mucho va ofreciendo
jactándose de sí mismo
y escondiendo su cinismo…
¡Ay de aquel que va creyendo!
Su palabra pegajosa
va sumando mucha gente
y su actuar, incoherente,
demostrando va otra cosa.
Si es dañino y es mortal,
y nunca sentimiento puro,
por eso, lo más seguro,
sufre de doble moral.
¿Y será que son veraces
estos versos que hoy difundo,
que vivimos en el mundo
una fiesta de disfraces?
¡Y vaya pulcra ironía
que pulula por la mente
del que cree ser decente
si es la misma porquería!