Te espere toda la tarde, tú
misma prometiste, que yo nunca
te lo pedí. Que tontería la mía, que vi
caer el sol frente al mar, ni frío ni calor
me dió, porque pensé que yo era
ese ocaso, abandonado por el sol
ocultandose, pero llegó la luna, y con
eso me basta; soy felíz, que en ella
me inspiro, que llega sin avisarme
y me calienta con su rayito de Luna
que entra en mi alcoba, a arrullarme
y con eso me siento felíz.