Una mañana templada de marzo
convicción en el aire
me apresuro
a una velocidad discordante a la suya;
el choque fue sorpresivo,
pero no imposible
sus palabras heridas fueron
y en piedra me convertí,
algunos conocidos vieron como
una estatua caminaba
montaña arriba.
Macizos pasaron los días,
tratando lentamente,
de cambiar mi forma
mostrar una pose perfecta
de una persona que no era
y evidentemente
no fue suficiente,
un día extraño de Febrero
me rompí.
Nebulosos tiempos pasaron
ululando un dolor inhospito
pero aún siguieron insistiendo,
pensando en la forma que perdí
agarrando piezas
para recrear el puzle de ti,
pero lo único que lograron
fue reconocer
que siempre estuve fracturado.
Y en tu fantasma
inició otra pregunta,
¿qué subyace en este entramado?
¿la infancia tuerta?
¿el padre alejado?
¿mi voz quieta?
sin respuestas,
me oculté.
Años y años,
mirando \"otrocidades\",
sin gusto,
sin tacto,
sin vida.
Pero,
quien sea vive a su ritmo
y todos hemos sido heridos,
la conjunción calida de lo común
es mucho mejor
que el frío zambullido
a preguntas sin respuesta,
a excusas siempre expuestas.
Un día desperté
y no vi que estaba roto
recordé que no estaba fracturado,
entendí que
algunas partes de mi caen
y otras surgen
que mi labor es reagruparlas
y acomodarlas,
más bien,
disfrutarlas,
en este mundo que
efectivamente
acabará,
y no me importa dejar una marca,
salvo la de mi sonrisa
en días tranquilos.