Aun en la distancia que se guardan los astros por no colisionar, se encierra un equilibrio tan cercano como relativo. Es tal vez esa unidad poderosa que no se mira; el sonar universal que estremece el todo...
Ese espacio tiempo de núcleo ardiente e inadvertido que va inmerso en la prisa de la imposibilidad y el letargo de la indolencia, pero también la probabilidad para que algún cuerpo desvíe ansiosamente la ruta que le transcurre ausente... uno que roza la calma de la traslación y en la velocidad de su rotación polariza agitando esa superficie queriendo penetrar el centro de su eje claro, llano y perfecto...
Un encuentro predicho en el vacío constante cuando se mostró a la velocidad de la luz, una oscuridad apetente de intimidad justo en medio de aquella nostalgia provocada por su magnitud sin gravedad.
Susceptible, férvida, serena... dilatada.
Yamel Murillo
lux sine gravitas©
D.R. 2018