Observe, quedé mirándome
en el espejo nítido del tiempo
que no pasa por mi savia.
Encontré:
mi filosofía atípica jugando
a la metafísica de la vida, mi vida.
Tropecé, con metáforas pasadas
que nos impone la vil memoria .
Y en la playa, la mar del alma
hallé mujeres de todas las razas.
Choqué con frescos horizontes
en la pleamar de mi historia.
Allí estaba, llena de lunas llenas,
marcada por salvaje, por rebelde,
por animal, por ser poesía,
por polizonte en otros navíos…
-Y sonreí.
Sonreí:
a las crueles dudas y sus abismos,
a las paralelas vías del “ahora”,
a mi útero despoblado de llantos,
a la militancia, pausada, de la soledad,
a las corrientes de deseos y de sueños
que convergen en los lagos de mi niñez,
a la frustrada fantasía de la juventud,
al amor de siembra y cosecha
que di y recogí en este oleo de espátula,
a mi espalda doblada, a mi s rodillas
arañadas por el atril sepia del sistema.
Observe, quede mirándome
en este libro que nunca nadie leerá.
Antonia Ceada Acevedo©