Gonvedo

RÉQUIEM PARA LOS VIVOS

I.

 

La luz, consumada la cumbre,

deja un eco de nubes en la bóveda celeste.

La tierra suspende en el vacío todas sus notas.

 

II.

 

En la orilla del mar se reflejan los astros

como un caos heredado del polvo y los escombros,

y su reflejo es un ancestral recuerdo que va creciendo

como hiedra que teje su osamenta en la heridas de los muros.

 

III.

 

Los hijos saltaban en tu vientre.

Eran dos gotas de agua azul

adentrándose lentamente en una lengua de mar.

Luego se hizo la luz

y, entonces, los pájaros oscurecieron los cielos.

¡Ah, Endimión, en Caria todos éramos tus hijos!

 

IV.

 

Sangre de mi sangre vas devorándome la entraña

hasta saciarte de mi dolor

con aquello que a ningún otro hombre hiere.

 

V.

 

Los años no saben de verdades profundas,

ni de pájaros que desnudan su tristeza

en la larga noche del hechizo.

Era otro tiempo, la noche se apagaba como un fósforo

y la soledad se erguía sin compasión y sin costuras.

 

VI.

 

El silencio zurce la grafía de mis sombras,

a ellas entregué mis reinos de latón y plomo viejo.

Sobre tu tumba se desangran mis últimos renglones.

En esa inercia, algo de mí se fue contigo.

 

 

\"Pájaros de niebla\"   (2022)