-Dibujo de Ángel Juárez-
Como en un exhausto y sureño pueblo caníbal
los estamentos directrices masticaban la diatriba
agrietando la trama social los elefantes de Aníbal
punzando dolores afines, los de abajo y los de arriba.
La mentira caminaba triunfante su apostasía venal,
las tibias verdades vestían excusas más bien baladíes
cuando ya pocos reparaban la cercana tragedia terminal
y lenguas viperinas propalaban falsas noticias marroquíes.
El intangible deseo feroz del acechante Iscariote perdedor
no emanaba de la consagración de su victoria leal y vindicante
sino del peor y vil derrumbe de todas las castas al máximo dolor,
sádico fusible inmoral, cruel franquicia, patente de asaltante.
Las antiguas grandezas fundacionales claudicaban su magnitud,
sean los Gritos de Asencio, las Piedras , Sarandí e Ituzaingó,
que trocaban heroicos decibeles en tenues sonidos sin virtud
y la fiesta inmoral, olvidaba ingrata a Artigas,Varela y Rodó.