Las puertas de mi morada
están abiertas al sol,
a la nieve y a la lluvia,
a la amistad y al amor,
a la piedad, la ternura,
a la pena y al humor,
al anochecer y al alba,
al miedo y al desamor,
porque la vida nos brinda
su ramillete mejor
y no hay rosas sin espinas
que no hay parto sin dolor
porque no hay noche sin día
ni el mañana sin el hoy.
Mas nunca abriré mis puertas
a la envidia o al rencor,
al odio, al resentimiento,
a la venganza, al furor,
porque sin paz en el alma
la vida es un barrizal
una ciénaga, un pantano
un vertedero, un erial
la antesala del infierno
una agonía sin más
el tunel hacia el averno,
el pasadizo fatal
por el que nos arratramos
como sierpes sin hogar