¡Dilo!
Aferrada a sus diminutos vientres
la flora rehúsa vestir la tierra.
La lluvia anega las alturas
ahogando intrusos recuerdos.
No hay albas ni ocasos,
luces y sombras solo intercambian veredas
mientras el viento acompaña
estatuas abandonadas.
Una pausa opaca azota mi mundo,
no hay sol, ni agua suficientemente agudos,
todo ha recogido sus costumbres,
esperando su solemne propósito…
¡Di mi nombre!
y devuelve sus ritos a mi mundo.
LRL
5-2-2022