ubik

LA FRAGUA DEL PERRO

A navajazos de hierba

se aclara el instante,

 

lamentando

su ineludible pánico 

de burbuja.

 

Las lágrimas se clavan a los besos

como sábanas de oro salado,

 

en la pecera 

finge el pez

un tiovivo de coral,

 

mientras la tele nos deja a solas

con la mirada volátil

de tanto ausentarse.

 

Cruzan las flores el silencio

con delirios de grandeza

aunque duela un poco a soso.