Miro tu cuerpo desnudo
y me pregunto
quién te pintó
con rayos de luna
y te sumergió
en un mar de plata
para que surgieras, mujer,
como Afrodita
entre las aguas.
Que Dios o Titán
osó moldearte
e hizo que se erguiera
tu pecho enhiesto
como soberbia cordillera
sobre el valle de tu vientre
y torneó tus hombros
para que lloviera sobre ellos
tu pelo
abrigado de noche.
Quien se atrevió
a forjar tu espalda
blanco océano
de miel y leche
apenas salpicado
con las islas de tus pecas,
hornamento sublime
que el gran arquitecto
en la superficie ha dejado
para que alguien lo viera
y quedara asombrado.
Quién te hizo, mujer,
quien hizo de tus piernas,
dos columnas
de mármol torneado,
cincelado a mano
tal vez por el mismo Apolo
con las herramientas de Efesto
para que perduraran inalterables
a los pasos
y al tiempo,
y al jugar entre las sábanas
fueran objeto
de mi deseo.
Quien te hizo,
para mi regocijo
poniéndote mi alcance
y llevándote tan lejos,
para que como el condenado
fueras mi cielo y tormento.
-. PaR
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06022022