Desconocían la muerte
y las flores en decadencia,
saturno inválido y las corolas
de los abrevaderos, ambos lados
de la quemadura de la carretera.
Su luz de marcial invernadero.
Desconocían los labios que se hacen
sal en los labios ajenos, piedras en los bolsillos,
arenas movedizas: el canturreo dogmático
de los lechos en los ríos.
Ignoraban la leche de los perros maternos,
la luna junto al ulular de los búhos, el marinero
que oculta
una luminosidad de astro fundido.
Las formas oclusivas de los alfabetos milenarios.
Yo llevaba un grito entre mis labios, un césped
de rasgadas piscifactorías, una geografía de golpes
en los testículos-.
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