Soñaba con tener su amor completo
repleto de caricias que anhelaba;
forjaba diariamente mi soneto
sujeto a su belleza que adoraba.
Amaba aquel su gesto pizpireto,
inquieto y seductor, que conquistaba,
bordaba en su figura cual secreto,
minueto que a la gloria me llevaba.
Vivía tal pasión con sol fulgente
candente y rebosante de alegría;
veía su mirada que inocente
silente en mis entrañas se metía;
y hervía como hierve amor hirviente,
simiente del deseo que sentía.
Autor: Aníbal Rodríguez.