De las floridas primaveras
dentro del campo alborotado,
me complace la calma de una rosa,
posa bella esperando de su poda.
El sol la rehace
en ese campo reacio;
Y las espinas afiladas
bifurcan su hermosura.
Tiene vida si el amor la riega,
sobre su botón la abeja;
persiste sobre severos los calores
en ello su candor no pierde, más le ayuda.
Y entonces calma tiene,
alguien contemplará su hermosura;
abre tus pétalos a cortejo,
néctar libera en su blandura.
Y entonces calma tiene,
querrán acercarse para olerle;
de esencias esparce una cohorte
¿Y quién dueño será de ella abierta?
te resuelves a calma en larga espera
porque es tu exquisitez segura y cierta. Fin.
Isaías González Arroyo