Siento se eriza mi piel
cuando en la noche yo pienso
que cuadruplico tu edad
y con locura te quiero.
En mi delirio otoñal
y meditando en silencio
tu imagen yo la dibujo
con mis rimas y mis versos
y palpita el corazón
como huracanado viento
donde se aloja el soñar
de mis dulces sentimientos
que son de luz un farol
clavado dentro del pecho.
En la mañana al trinar
los canarios y jilgueros
resuena en mi corazón
magnificentes arpegios
porque recuerdo tu voz
con su timbre dulce y tierno
que parece el repicar
de las campanas del cielo
ofreciéndole al gran Dios
el sagrado Kyrie Eléison
que es el canto del amor
más hermoso y más sereno
con la música coral
de lo sacro y de lo eterno.
Con inquietante temor
por los años que te llevo
se me arruga la ilusión
cuando siento ese gran miedo
que tu eres amanecer
y yo la bruma de invierno
y tu me sirves de luz
que alumbra mi firmamento
y tu bello resplandor
que brilla como lucero
es lámpara celestial
con el rayo sempiterno
que renueva mi existir
con la lumbre de su fuego.
Pero con gran devoción
yo te seguiré queriendo
y viviremos los dos
este magnífico sueño
bordado en el gran telar
de la pasión y el deseo
de una alondra angelical
y de un bardo ya en descenso
que piensan en escribir
el más hermoso suceso
del amor que floreció
en crepúsculo poético
donde se unió juventud
con el otoño tan cruento.
Autor: Aníbal Rodríguez.