Regalando sus miradas y sensibles encantos,
así llegó él, inundado de algarabía y nobleza.
Pidiendo que apartara de mi vida los llantos
y provisto de decisión, bienestar y riquezas.
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¡Vi a este Perseo en una tarde de primavera!
Acostumbrado a las luchas con los titanes;
Él se peleó por honor, para llegar a mi vera.
Y triunfó, ya que tenía muy claros sus planes.
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Con cada ofrenda, mi alegría se iba creciendo.
Dejé atrás la timidez y todos aquellos resabios.
Por sus ternuras, poco a poco, lo fui queriendo.
Así fue cómo entendí que el amor, es de sabios.
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Él vino a cumplir la misión delegada por los Dioses.
Al verlo, reconocí su destino, aunque él no lo sabía.
Yo juré al Señor que, no habría en mí, más adioses.
No fue difícil, ya que el amor por él, en mí florecía.
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¡Recuérdalo, sí llega un regalo inesperado del cielo,
Toca tu corazón, y atesóralo, este será tu consuelo!