Señor... permiteme saborear
cada fibra de mi ser,
la energía y fuerza necesaria
que me des, para volver a crecer.
Deja que el líquido nutritivo
de tu perdón, corra por
cada una de mis venas
y me dé un nuevo amanecer.
Si la piedad y la compasión
es el fruto pleno del sufrimiento...
la savia de mi nueva vida,
es el arrepentimiento.
Graciela Dantés