Lo que nos une
como nos separa
es una simple ventana
de cristal indiferente.
Aquí y allá
la barrera es la distancia,
tan grande o pequeña
según los cuerpos
o según las almas.
Día tras día
corre un río de agua viva
y a ambas orillas
piel y sueños…
flotando como hojas,
como juguetes
barquitos de papel
hechos recuerdos.
A veces
me asomo y pienso:
¿Quien será el primero
que se anime a revolotear,
a saltar por encima del tiempo?,
a buscar el destino,
la magia
y descubrir los secretos
para llegar al abrazo,
a la sonrisa tan sencilla
después de la caricia
de tu boca sobre la mía…
Si solo supiera
encontrar tus huellas,
si solo pudiera
inventarme alas,
si solo pudiera…
Y solo tengo palabras
para escribir sobre la ventana
sobre este cristal indiferente:
“te amo…te amo”
Y serán
solo estos pájaros
los que te encuentren,
en el sol de enero,
bajo la parra
o bajo la lluvia,
riendo…
cerca del mar,
o en los naranjas y lilas
cuando anochece.