Francisco Villa

Cesura

Me fui en silencio,
como el mar que sigue a la luna,
dejando atrás 
a la dorada costa 
entristecida.

El lazo del comienzo,
trenzado de promesas y de tiempo,
tensado con eventos turbulentos,
debilitado,
fue liberado.

Aún latía,
tenue,
el viejo corazón 
que nos unía;
pero el desgarro
abrió un oscuro abismo
y casi nos desangramos.

Desde lo profundo,
desde la distancia punzante,
tendiste un puente
entre la amargura y la locura.

Y allí,
finalmente,
nos encontramos.