Instituida con una fuerza tradicional que ata,
un lugar muy difícil de correrse…
Nos recubre como una sombra,
más allá de su propia crisis.
Vigencia de verdades, que aunque perimidas,
sin nuevas ideas que logren su reemplazo, aún persisten.
Las verdades son siempre fantasmales.
Que escapa al pensamiento binario,
ni vivo, ni muerto… ni verdadero, ni falso,
Es la presencia de una ausencia
paradójicamente insoportable….
Una… una sola verdad absoluta,
que sea así por la eternidad de los mundos,
¿quién puede decir que existe?
Una casuasiverdad no es verdad,
no es un absoluto.
Las verdades que creemos,
las derivadas del relativismo,
las que se relacionan con algo,
relacionada a un contexto, en una época
que le hace perder su absolutismo.
Un absoluto… donde todo cambia…
donde todo es contingente.
Si hasta la propia naturaleza
no es idéntica a sí misma,
donde la evolución la modifica.
Todas la verdades son relativas y
si lo afirmo y lo confirmo no hago más
que aprobar el argumento
me conduce a su oposición.
La verdad relativa me condena a
la aceptación la realidad de lo que soy hoy
y todo lo que soy puedo serlo de otra manera,
La insaidad de las cosas
no es más que la verdadera parcialidad,
construcción de la propia imagen de lo real.
Es lo incierto,
el más concreto desierto de la ausencia.
Un mundo aparente donde yo existo
en la completa complejidad de en mi misma,
una construcción de escenarios que evidencian
la creación de mi propia mente que
concibe mi realidad que me cohíbe.
En la búsqueda de una correspondencia,
lo concreto no es lo que necesito sino
lo que modifico en mi propia realidad
para ser fiel a mi verdad que sigue sin ser absoluta.