A brote emanaban cual roció
empapándose sus pieles en embate
que trababan cuerpo a cuerpo por amarse.
Mojados los dos por ese transparente
en encuentro frenético de vientres
trajo como goces los quejidos.
Pues eran vírgenes sensaciones recibidas
de aquella maquinaria en carne llena
de pasión y de goces en escena.
No cesaba aquella mutua enredadera,
eran de amor las raíces venas,
firmes en seguridad entera.
Finan los extasiados elementos
de tormenta a calma en sus momentos,
Y ya trenzaron del amor los filamentos;
y ya sus almas en divinos sentimientos. Fin
Isaias González Arroyo