Las palabras son espadas
que se arrojan afiladas
por gente mal barajada,
que cuando se inflan sus venas
toda la lacra es ajena
mas su alma es inmaculada.
Situación desagradable
que no se puede evitar
e invita a reflexionar
de donde viene el motivo,
de imponer siempre castigo
por el simple hecho de odiar.
Sospechar de los poetas
es cuestión de mal pensado.
¿Qué los versos son trampeados
y no sé qué menesunda?
Es desconfianza que abunda
en el mal intencionado.
La ponzoña es peligrosa
para aquel que la fabrica
no hay que tener mente chica
por no cometer excesos,
pues te envenena el pellejo
y la razón te marchita.
Cada loco con su tema,
nos decía Joan Manuel
y muy cierto lo de él
\"contra gustos no hay disputas\";
y al que quiera tirar fruta
vaya a cantarle a Gardel.
Jorge Horacio Richino
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