Arquero que lanzas
tus flechas con tino
apunta hacia el centro
del pecho elegido.
Que no se extravíe
el dardo afectivo
y clave su punta
en otro destino.
Cuando la saeta
sigue otro camino,
hiriendo de amor
al desconocido,
se monta un jaleo
de muy señor mío
y acabas queriendo
a quien no ha querido.
Todo el sentimiento
se torna en suplicio,
buscando pasión
encuentras castigo.
A ver si te entrenas
amigo Cupido,
que luego no hay forma
de arreglar del lío.
Donamos afectos
hilando muy fino
y nos sorprendemos
con alguien esquivo.
Y no están de más
romances prohibidos,
pero si hay que amar,
mejor con motivo.
Así que cuidado
con errar el tiro
porque de los pleitos
no salen idilios.
Procura hacer gala
de tu don divino,
controla tu pulso
y sé más preciso.