De las cenizas, de nuevo el padre,
sin más ni menos.
Con la voz aguda… ¡Te imaginas!,
para los incrédulos.
Que sepan de lo que Eres capaz…
Una noticia fundamental a la hora
del desayuno…
De lágrimas, el deshielo,
Como consecuencia de un beso cálido,
Sin más víctimas…
Sorprendidos los hombres de blanco
y, aún más, estas sombras
del tamaño de su ausencia.
Necesito decirle gracias…
Contarle lo grande que estaba la casa…
Y la ciudad, como una bolsa de ropa y zapatos;
todo, con un tono de niño
hambriento; buscando un dispositivo, un
elemento, un material…
Un rezo, Señor, para traerlo;
así, del tamaño de su ternura
y de esta soledad.