De guacas y entierros
1
Una noche oscura de relámpagos, truenos y de andares misteriosa
Marchaban en fila los guaqueros con sus herramientas en forma cautelosa y silenciosa
Buscando entre caminos de herradura y estancias, la luz en llamas maravillosa
Llevaban en su pecho conjuros y pócimas, rociados con agua bendita y de bendiciones religiosas
La codiciada guaca de entierros de aquellas ánimas en pena, que claman de su suplicio dolorosa
Guaqueros que han visto brujas, duendes, engendros y adefesios de miedos espantosa
Unos se han vuelto ricos y otros siguen pobres descalzos, miserables y en la ruina asquerosa
Salen en noches de Semana Santa, pidiendo ayuda y que los acompañe la bendición piadosa
Hacen sus hechizos, conjuros y maleficios en noches frías y tenebrosas
Buscan entierros en sepulturas antiguas, que guardan guacas con riquezas grandiosas
Los guaqueros arrastran sus miedos espeluznantes, esperando divisar la llamarada ardiente milagrosa
El camino se angosta en forma siniestra de aleteos de espíritus y ánimas de alaridos horrorosas
El viento sopla huracanado de sonidos descarriados y penetrantes de escalofríos supersticiosas
Se escucha a lo lejos el revoletear de espantos de hacendados y caciques que vigilan sus tesoros y riquezas valiosas
Son luces de llamas que arden, pero no queman y se elevan en forma de magia asombrosa
Y allí donde termina la depresión y da paso al fatídico valle de la muerte de alaridos angustiosa
Se encuentra una casa grande y abandonada en ruinas, de tapia pisada, donde se escuchan alaridos de duendes ruidosas
Sitio donde comerciantes, caciques y hacendados escondieron y enterraron sus tesoros en guacas y moyas en forma angustiosa y cuidadosa
2
La guaquería es una historia de leyendas ocultas bajo la tierra precolombina
Se volvió tradición buscar entierros guardados en guacas, ollas y vasijas de barro de origen de tradición campesina
Son reliquias y tesoros en manufacturas de oro y esmeraldas de los aborígenes, qué a los usurpadores los desvela y les fascina
Son entierros de guacas con la riqueza indígena, que guardaron con miedos en escondites clandestinos
Enterraban sus prendas, collares y utensilios de oro puro brillante, ante el acoso del ladrón que les dispara, los masacra y los asesina
Vinieron de otras tierras lejanas, se llevaron sus riquezas, masacraron sus tribus y los diseminaron con sus enfermedades que los contamina y elimina
3
Bajando la colina hacia el valle, los guaqueros iban pálidos y miedosos en su semblante
Divisaron y llegaron a aquella casona abandona, derruida y oscura, de olores a azufre repugnante y penetrante
Se agazaparon a un costado, esperando que apareciera la llama de fogosidades deslumbrantes
De pronto empezó a soplar una ventisca huracanada en forma de remolino de hojarascas y polvos espantosa y extravagante
Azotaba tan fuerte que rodeo a la vetusta casona y se escuchaban alaridos jadeantes y susurrantes
Los tristes guaqueros sudaban de miedo y el calor que los rodeaba era de temblores sofocantes
Y allí en lo alto del tejado apareció un chivo grande con cachos enormes, balbuceando y echando babaza en forma amenazante
Los guaqueros se aferraron a sus oraciones temblorosas, pálidas y de ruegos suplicantes
Era el mismísimo lucifer en forma de chivo, con sus carcajadas horrorosas con sentencias fulminantes
El ventarrón con su remolino furioso, arropó a los guaqueros de súplicas inertes y agonizantes
Amaneció y allí tirados en el valle de la muerte, la escena de los ambiciosos guaqueros era desconcertante.
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla –Bucaramanga, febrero 11-2022