La vida tuya, una vida común y cualquiera así como la mía de suspiros persistidos en la tierra,
Coincidió con mi existir por aquí ya hace un tiempo. Y llegaste a ser brisa caliente de hoguera,
estancia donde se sienta mi alma y sólo espera ver morir los rojizos ocasos, sin saber de fríos desde que me tomas entre tus brazos.
Y anestesias mi cuerpo reconstruyendo mis anhelos y acaricias mi corazón uniendo cuidadosamente la carne herida.