Sergio Chirico

¡ Madre, lo que daría !

                                         

De los primeros tiempos no tengo recuerdos,

pero sé, sin saber, de tu contento.

Ya me conocías, sin verme, desde tu vientre.

_Te cuidaré mucho – dirías,

con el amor de tus años veinte.

¡Ay madre, lo que daría, por escucharte de nuevo!

 

Las tardes en las que jugábamos, bajo tu atenta mirada,

son hoy mi mayor anhelo.

Tu voz resonaba en mi ser, como canto del cielo:

_ ¡Vengan a tomar la leche! –gritabas-,

corriendo, dejábamos los juegos.

 ¡Ay madre, lo que daría, por escucharte de nuevo!

 

Cuando descubrimos el mundo, allá en la adolescencia,

supimos de nuevas emociones, de amores de enero.

Conociste tristezas y alegrías, al ritmo de tus polluelos:

_ Cuidado con esto, vean aquello –recomendabas-,

casi sin escuchar, seguíamos descubriendo.

¡Ay madre, lo que daría, por escucharte de nuevo!

 

El momento de la separación, por vivir bajo otro techo,

consigo trajo desgarros, alegrías, crecimiento.

Entre resignación y orgullo, te explicabas el momento:

_ Los chicos crecen –repetías-,

y poco a poco, nos fuimos yendo.

¡Ay madre, lo que daría, por escucharte de nuevo!

 

Hoy, después de tanto jugar, estudiar y trabajar.

Hoy, después de tanto amar, vivir y crecer,

hoy... me encuentro solo.

_ Te amo, hijo –decías siempre-,

Después de tanto olvido y egoísmo, hoy te recuerdo.

¡Ay madre, lo que daría, por escucharte de nuevo!