¡Oye!, desertora intima y marcial,
observa la mar brava desde el mirador,
Allí me enamoré y brotó otra vida,
La comunión sagrada de la entrega,
De mi corazón se fueron los cuervos,
Y cruzaron el cristal que separa mi cordura
De mi vida.
Poeta roto… y partí mi juramento
Como un café sin cafeína,
Yo soñaba con luces azules y asesinas,
con verbos de cristal,
con el cordero áureo,
y escapar de tus caricias….
“El Síndrome de Stendhal” me abatía.
¡Oye!, mira el plomo aquí en mis brazos,
Y mi ser a la deriva, resignado , ¡cuerpo a tierra!,
Claudico buscando penas,
Tan dulces tan como palabras cainitas,
repetiré tu canción detrás de ventanas muy heridas…
Yen mis mañanas de tu ausencia ,
Brillantes como la lluvia acomplejada de los ”Muelles de Lagos”,
Donde las niñas se vendían
Por un poco de pescado,
Y leche condensada…
Eres existir en abstracto,
Buscar conchas en la arena,
Adentrarme en los espejos,
Que sin tu presencia te reflejan,
Orson Welles vino a salir de dudas…
¡ oh!, Dama De Shanghái,
Ibérica y Divina.
Eres la belleza que nunca regresará
A mi Atalaya encendida,
Faro que alumbra de noche,
A las gaviotas perdidas,
A los Albatros que también…
Carecen de tu titánica sonrisa.
Paco José González