Quién sabe si pasan las horas
donde sólo hay dolor…
Cuando la dicha en ti mora
siempre amenaza el reloj,
más cuando la pena te agobia,
no tiene apuro el dolor...
La pena llega a deshora
y se marcha sin reloj.
Si en el tiempo de mi historia
es milenario el dolor,
¿de qué me sirven las horas
si no me brindan amor?
No tiene giro mi suerte, do
quiera vire mi proa,
he allí anclado el dolor.
¿Por qué correr tras las horas
si lo que aguarda a babor
no puede hacerme dichosa?
¿Por qué derrotar las horas,
si la dicha es un adiós,
quedo y lejano, que ahonda
los abismos de mi yo?